Libertad y servidumbre desde una perspectiva filosófica. Parte 1

 

Libertad y servidumbre

La importancia de la filosofía radica en el poder que le ofrece al individuo para pensar por sí mismo. Sería esta la principal característica de este saber. Esto es posible en tanto la filosofía es capaz de cuestionar sobre lo que es el pensamiento mismo. ¿Qué es el pensamiento? ¿Qué significa pensar? ¿por qué pensamos como usualmente solemos pensar? La propuesta para la época moderna consiste en que el individuo ponga en relación todos los contenidos de su experiencia cotidiana con su experiencia como ser pensante. Significa esto que toda realidad, toda experiencia ha de ser atravesada por el ámbito del ser. Cuestionar el ser es lo que la actividad filosófica se propone directamente. Su preguntar por el ser, es un preguntar por el fundamento de lo que existe, de lo real, en tanto el ser o lo que es, es una atribución puesta por el sujeto.

Valdría la pena cuestionar que es lo que permite que el discurso de la dominación, de la imposición, de la servidumbre y la manipulación siga presente. Si bien la ciencia, el alto desarrollo tecnológico, la incesante construcción de teorías y lenguajes, ha consolidad un mundo a imagen y semejanza del ser humano, exigiendo en esto un refinado tratamiento investigativo, critico y conceptual, existe por otro lado el panorama de apreciar sujetos cuya verdad o cuyas certezas están basadas en la opinión establecida, heredada, impuesta sin raciocinio o dialogo. Este tipo de fenómenos cobran una gran relevancia al analizar las sociedades contemporáneas en esferas como la religión o la política. En lo que se refiere a la venta de la formulación de todo tipo de verdades metafísicas se mantiene de modo arraigado, en el percibir de la sociedad, gran aprecio de perspectivas de orden particular y que pretenden lanzarse a la faena de lo universal. No obstante, cabría no ser aquí dogmáticos frente a religiones o posturas filosóficas que se precian de ser objetivas puesto que también las visiones de carácter científico carecen de objetividad si no son capaces de cuestionar y resolver la naturaleza del error, la mentira o la mera afirmación singular del sujeto ajeno a la ciencia.

En distintas épocas de la historia ha sido posible apreciar el conjunto de aseveraciones de diversos sujetos que se dispusieron a cuestionar seriamente por el valor de la verdad, lo real, lo objetivo. En el paso de la transición de la religión hacia la filosofía, el pensamiento confrontó vehemente sus criterios previos, formulando posteriormente otro tipo de interrogantes desde otros principios y consideraciones. Tal suceso ocurrió en la antigua Grecia, en el que decae el mundo de los valores antiguos poniendo en consideración formulaciones en los que se puso en juego la creatividad del espíritu humano. La decadencia de los dioses del mundo titánico y olímpico sucumbió ante las sencillas afirmaciones del apeiron y el logos. Se estableció con esto la formulación sobre la sencillez y la claridad que es necesario tomar en cuenta para no confundirse ante las múltiples representaciones divinas creadas por el poeta Homero. Por supuesto, es preciso no caer aquí en la trampa de considerar que el mito y la religión son algo falso o erróneo frente a la filosofía o el saber científico. Por el contrario, al realizarse la crítica a la religión es posible cuestionar la naturaleza de esta forma de la conciencia. De acuerdo con pensadores como Hegel es la religión junto con el arte y la filosofía aquellos saberes que pretender expresar lo absoluto, lo universal.

 

Tanto el arte como la religión y la filosofía han sido los medios universales que le han permitido al ser humano expresar de diversos modos y niveles aquellos de lo que es capaz el pensamiento. Le ha permitido consolidar su capacidad expresiva tanto en el ámbito de la praxis como en el de la producción de ideas. Sin embargo, también estos ámbitos del saber han sido testigos del aprisionamiento del ser humano, como una negación de sí mismo, en tanto cobra un mayor valor la ideología que produce la vida humana, que la vida que produce las ideologías. Es importante cuestionar el papel del pensamiento en la cultura puesto que la misma cultura ha sido la promotora de la servidumbre humana. Tal pensamiento lo pone en consideración Sigmund Freud al plantear el conflicto entre las esferas del Yo, del Ello, y del Super YO. El sujeto, quien no posee de un modo natural una estructura moral se ve obligado no obstante a las exigencias del ello y el super yo, los cuales se relacionan con experiencias externas a él, como la sociedad, que le exige cumplir con determinados fines y objetivos.  La violencia que se ejerce sobre el sujeto obra de un modo tan complejo y muchas veces inadvertido, que incluye saberes como los ya mencionados, puesto que ponen en el individuo ilusiones y mentiras mas sofisticadas. Tal es la denuncia de filósofos como Jenófanes quien considera necesario criticar al poeta Homero puesto que cada individuo de la polis expresa sus opiniones sobre la moralidad desde la narrativa del gran aedo.

Fenómenos como la ciencia han permitido que el ser humano indague sobre los principios y fundamentos de todo lo que existe. En lo que se considera como el típico origen del pensamiento filosófico en el mundo presocrático se ponen en consideración afirmaciones relativas al origen de la naturaleza, la physis, distinguiendo en el interior de la totalidad de ésta los elementos o principios que determinan su horizonte y sentido. La noción de arje, es decir, el principio o el comienzo, cobra un valor de suma importancia puesto que se advierte que todo fenómeno natural se vincula inexorablemente con el origen o el comienzo. En el conjunto de aquellas postulaciones acerca de qué es el principio y el origen, v.g., el agua, el aire, el fuero, la tierra, el apeiron (lo ilimitado e indeterminado), el número, etc., pone en juego la razón humana, aquello que está detrás, aquello que subyace, el fundamento o lo que da sentido a aquello que es objeto de apreciación inmediata. No se contenta el saber humano con la apariencia, o con una visión limitada de lo que percibe. Del mismo modo como para cualquier ser humano es una intriga saber que hay detrás del cielo, qué se esconde tras el sol, la luna y las estrellas o que hay bajo la tierra que se pisa, busca la especie humana indagar inclusive por aquello que sostiene y da base de los pensamientos y las ideas, o el sentido que se pone o ubica cuando se dice algo. En lo que se refiere a las posiciones filosóficas contemporáneas, en los que la sospecha de todo lo que existe y se ha considerado real ha sido un elemento vital, en contra de la opresiva muerte del autoritarismo y el dogma, subyace el interrogante de aquello que está a la base de todo lo que se dice y se afirma como lo que es, la historia de un proceso complejo que por lo general se desconoce.  

Desconocer el proceso que ha conllevado al desarrollo pleno y radical de ámbitos del saber como la ciencia y el desarrollo técnico ha ocasionado otra penuria para el sujeto humano en tanto tiende a la cosificación del mundo que lo rodea. Cosificar el mundo quiere decir negar la esencia humana que fundamenta lo que ha sido la obra o la producción humana. Tal negación no sólo se vincula con el origen de tal producción, en el sentido de la pregunta quién o quiénes dieron origen a determinada formulación o invención científica, sino también en el desconocimiento de las consecuencias riesgosas que pueden acarrear ciertas invenciones científicas. Tal fenómeno cobra realidad en la destrucción del ambiente natural, con el objetivo de construir ciudades, máquinas y todo tipo de aparatos para la satisfacción de las necesidades humanas. Cree en esto la labor científica, que destruir la naturaleza no significa destruir al ser humano. Pese a que el interés de la ciencia de la transformación de la materia tiene como objetivo salvaguardar la vida humana, intereses como el capital y el poder han dejado de lado la satisfacción de necesidades básicas; surgen, por el contrario, la búsqueda de ideales supra humanos y abstractos como las ganancias en la bolsa de valores. Debiera la filosofía explicar qué es eso de la ciencia y la técnica, indagar por sus procesos para con ello erradicar la visión unilateral e inhumana que puede lograr el saber científico dado su alto poder de impacto y transformación no solo en la vida humano sino en la natural.

Vale destacar que el saber humano logrado a lo largo de la humanidad debiera ser patrimonio de cada sujeto y no sólo el atributo, ya naturalizado, de naciones supuestamente desarrolladas. No obstante, tal desarrollo cae de su peso cuando tal saber es negado en territorios no competitivos industrialmente, pero que son, no obstante, el recurso o la fuente inagotable de materias primas. La liberación frente al mundo medieval y premoderno fue posible en tanto el ser humano fue capaz de reconciliar su propia saber con la realidad que le circundaba. Dejando de lado la relación opresiva de un ser poderoso y divino que le exigía responsabilidades y obligaciones en la consecución de la salvación de su alma, puede el sujeto moderno, desde otra y novedosa vía reflexiva, entender el mundo desde una reflexión en el que la realidad se somete a los principios de la subjetividad o la autoconciencia humana. El poder de decisión que esta presente en cada sujeto es de tal envergadura que ha logrado en el tiempo el fomento de la libertad humana la cual no se opaca o se reprime ante lo que supuestamente no debiera ser dicho o expresado. Un ejemplo de esto puede leerse en la obra de teatro del dramaturgo Bertolt Brecht quien hace de Galileo Galilei un personaje en el que converge el deseo y el interés genuino de expresar de otro modo el universo en general, creando una oposición frente al discurso tradicional y violento del dogma de la religión católica y cristiana. Del mismo modo, no puede ser objeto de negación del saber científico la presunta pobreza y violencia que al parecer ya es peculiaridad innata e intrínseca de sociedades que presuntamente no están al nivel de países como Usa, Alemania, Francia, China o Inglaterra.

Un filosofo como Descartes o como Galileo sufrieron la necesidad de retractarse ante sus afirmaciones y teorías puesto que existían fuerzas superiores que tenían          control de sus vidas.  Menciono Descartes que si bien él es quien tiene control de sus propias ideas, fuerzas como la religión y la política son capaces de erradicar aquello que no merezca ser dicho o expresado. En esto se aprecia como la obra humana, que en algún momento fue la vía para abrir caminos a la libertad y una mayor comprensión de la vida, se convierte con el tiempo en la cadena que obliga al sujeto a callar para no ser capaz inclusive lo que ha sido el fruto de su propia elaboración. Desde una perspectiva cercana a nuestros días ha sido también la ciencia cuestionada por la opresión que ha ejercido sobre el humano al hacer de este un apéndice de la gran maquina de la producción mercantil. ¿Qué es preciso decir en el presente que atente contra la osificación de la labor de la ciencia y obligue al ser humano a buscar mas espacios para su propia libertad, y la erradicación de lo que hoy, para muchos, causa opresión y servidumbre?

Quizá sea preciso para la humanidad expandir su conciencia para la realización de un pensamiento que vincule de modo coherente y complejo todo lo que es y ha sido la experiencia humana y resquebraje los límites y obstáculos que mantienen al ser humano en una opresión física, mental, política, psicológica y social. No es otro ámbito sino en el de la reflexión sobre el ser como tal, aquello que permitirá abrir otros derroteros de las posibilidades infinitas de la humanidad. De no exigir otros planteamientos y formulaciones para el progreso de la libertad humana será cada vez más catastrófico la expresión del sometimiento humano. Basta ver como Estados y partidos políticos que defienden cínicamente derechos básicos como el de la vida humana justificando en ello la sed de venganza, poder, dinero y sangre.  (Véase el caso del Ministro de defensa en Colombia)

 

 

 

 

 

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