El interrogante por el ser en la crítica de la razón pura.

 Primer encuentro en el que discutimos la parte inicial de la obra la Crítica de la razón pura de Immanuel Kant. 


Ponente: Andrés Acosta Barrera. Lic. en Filosofía. Universidad Pedagógica Nacional. 


El interrogante por el ser en la crítica de la razón pura. 



¿Por qué la fundamentación de la metafísica se convierte para Kant en una crítica de la razón pura? 


Martin Heidegger. Kant y el problema de la metafísica. 



El filósofo Heidegger cuestiona la situación paradójica del sujeto moderno, el cual se halla ante la suprema ventaja de moldear la naturaleza de acuerdo a su criterio y perspectiva, siendo no obstante un ser ajeno a la pregunta que dignifica al pensamiento: ¿Qué es el ser?. Si bien, cobra gran atención el mundo de los artefactos, los televisores, las máquinas, los automóviles, los rifles, el internet, etc., se deja de lado el cuestionamiento por aquello que da sentido y determinación al mundo de las cosas, la inquietud y la pregunta por el lenguaje humano. De manera metafórica considera este filósofo que el lenguaje es la casa del ser. Por lo general, la noción de casa se entrelaza con un espacio particular, el cual varía con el tiempo, pero que constituye un límite frente a lo que hay afuera, a lo que ya no es mi casa. Sin embargo, ¿Qué significa que el lenguaje es la casa del ser? Pudiera ser con esto que son las palabras, los pensamientos el verdadero hogar del sujeto. Si esto se asumiera valdría la pena quizá preocuparse por lo que hay en esa casa y procurar con esto dar un orden o sentido a lo que hay allí. Sobre esto también el filósofo Kant ha expresado su preocupación respecto a nuestra comprensión sobre lo que es el pensamiento. ¿Qué es lo que ha hecho que el sujeto moderno aún esté alienado, ajeno a sí mismo? ¿Por qué sigue siendo difícil para la razón saber acerca de la objetividad, entender su propio proceder en lo que tiene que ver con el fundamento de la experiencia? En otras palabras, ¿Cómo lograr comprender plenamente la naturaleza humana?


Hoy en día se hace muy necesario poner en discusión qué es eso del ser y profundizar en la naturaleza de este concepto o simple determinación, tal como lo menciona Hegel.  Para ello es oportuno cuestionar el mundo unilateral del para qué de las cosas y hallar un vínculo al ámbito del porqué. También hace notar Heidegger que existe una relación natural con el mundo de las cosas en tanto estas cumplen su debida función. Si pueden las cosas satisfacer las necesidades humanas no habrá espacio para la interrogación que surge, por el contrario, cuando aquello que funciona con normalidad se daña, se avería, se desgasta y deja de funcionar. El ejemplo que utiliza Heidegger se refiere a una puntilla. Se ha quebrado en el momento de ser golpeada. ¿Qué ha sucedido? ¿por qué se ha roto? ¿Ha de ser por el tipo de material? ¿o por la fuerza del golpe? ¿o por una indebida posición de uno y otro objeto? Si se abarca la mirada sobre el universo tecnológico puede inferirse que tales cuestionamientos han posibilitado el complejo desarrollo que hoy produce el mundo actual de la industria. Lo que interesa aquí destacar es sobre ese porqué, que puede conllevar a una simple respuesta o una indagación mayor y con ello a más preguntas.  ¿Cuál es el sentido de indagar y caminar por el ámbito no de lo físico sino de lo que es propiamente lo metafísico? Al indagar por el porqué de las cosas, se advierte con esto una serie de sucesos y acontecimientos que ya no están presentes ahí en lo que se observa y en lo que se manifiesta el daño o el accidente, sino en los “hechos” que antecedieron aquello. En otras palabras se traduce a recuerdos la actividad de poner en consideración la causa de lo que ahora justifica la pregunta ¿por qué ha sucedido esto? 


En el plano de las ideas y del mundo elaborado por el símbolo, también se ha hecho manifiesto el error, la falsedad, la mentira, la equivocación respecto al proceder habitual del pensamiento. Desde el prólogo de la Crítica de la razón pura el filósofo Immanuel Kant expresa su preocupación acerca del modo como la razón ha procedido de manera errónea en la interpretación de la objetividad, en la comprensión del modo como el ser humano ha construido su propio mundo. Dice Kant al comienzo de su magna obra:


“La razón humana tiene el destino singular, en uno de sus campos de conocimiento, de hallarse acosada por cuestiones que no puede rechazar por ser planteadas por la misma naturaleza de la razón, pero a las que tampoco puede responder por sobrepasar todas sus facultades”


 El interrogante formulado por Kant sigue presente en las reflexiones de las escuelas del pensamiento del siglo XIX y XX. En lo que a Hegel se refiere ha de estar presente el interrogante sobre la historia de las contradicciones o las contradicciones de la historia, contradicciones que han permitido que la conciencia haya construido diversas formas de ser e interpretar la realidad. Sobre esto vale la pena recordar la labor de la escuela de Frankfurt quien se detiene en el análisis de la irracionalidad y fenómenos como al autoritarismo, los cuales fueron fecundos en el espíritu europeo, pese a los utópicos discursos y proyectos relativos a la Ilustración, la revolución francesa, el protestantismo, proyectos que inauguraron amplias vías para la consolidación de la libertad humana. Sobre esto, lo que se opone, lo constituye un cuestionamiento que genera múltiples contradicciones: ¿el ser humano, en una compleja interpretación de este concepto, es libre o no lo es? 


 Causó un gran asombro que la libertad promovida por la modernidad se tradujera en la sumisión a ideales arcaicos como el honor, la honra, la fuerza, la sangre, la tierra, y fueran perseguidos y denigrados los ideales de la igualdad, la fraternidad y la libertad. La escuela de Frankfurt, quien decide cuestionar por qué los alemanes prefirieron optar por el fascismo y dejar de lado el proyecto socialista, procuraron destacar qué elementos configuraron el carácter del nazismo y que se sobrepusieron a un carácter humanista o socialista. En esta escuela fue criterio clave para su estudio la obra de Karl Marx el cual para algunos fue filósofo en algún momento de su obra, pero que en gran medida se dedicó a la investigación de la economía y la política. No obstante, en obras como Los manuscritos filosóficos de 1844 Marx establece una importante vinculación entre el desarrollo complejo de la economía moderna y la situación humana que millones de personas vivieron en su época y en épocas anteriores. El modo como en los libros de economía, los economistas interpretan el mundo contemporáneo refleja una plena satisfacción, un gran entusiasmo y justificación debido al gran logro de las máquinas, las ciencias, y el sistema de producción de plusvalía que posibilitó la consolidación de un orden social racional y aparentemente justo. No obstante, en este pensador surge el interrogante acerca del impacto que la economía de la vida moderna tiene sobre la vida humana. Pensada la economía desde una filosofía crítica no es la economía actual sino otra forma de la esclavitud, otra manera de cosificar al sujeto, otro modo de someterlo a los intereses de un grupo social selecto. No obstante, aún parece un poco extraño que la filosofía piense términos como el salario, el trabajo, el capital, la plusvalía. ¿No es acaso la filosofía algo que se preocupa por temas espirituales, temas como lo que es el ser, el cual se halla fuera de aquel mundo mundano y poco ético de los intereses puramente económicos? 


Es interesante saber de qué modo se plantean problemas propiamente filosóficos. ¿Qué es lo que distingue a esta forma de pensamiento frente a otros modos de comprender los fenómenos y las ideas? Volviendo a Heidegger puede advertirse que este pensador una y otra vez cuestiona el lenguaje humano. Su atención se enfoca en porqué hablamos de determinada manera acerca de las cosas. Es válido preguntar ¿por qué salimos por la puerta y no por la ventana? ¿Por qué consideramos que una cosa es apreciable para nosotros y en otro momento eso mismo es algo detestable? Los poetas Nadaistas, poetas colombianos que se atrevieron a hacer una revolución desde las poesía y los actos extravagantes, adversos a las normas y las conductas de aquel entonces (60 y 70 del siglo XX), llamaban la atención sobre una pregunta del filósofo de Baden, (pueblo ubicado en el sur de Alemania) ¿Por qué el ser y no más bien la nada? 


En Hegel también surge la perplejidad y la muestra de una interesante contradicción presente en la figura de la conciencia relativa a la certeza sensible. Ejecuta Hegel un análisis bastante innovador acerca del modo de ser de la suposición o la pretensión que afirma la posibilidad de conocer cosas singulares, particulares, existentes por sí mismas e independientes. Hablando acerca de qué es esto, qué es el este, qué es el yo, qué es el objeto, etc., expresa Hegel la dialéctica, es decir, el movimiento de la conciencia en que admite por una parte la veracidad de sus afirmaciones para luego oponer su negación, su refutación. Si yo escribo en un papel “ahora es de día” y horas más tarde revisó esta verdad y me doy cuenta que en realidad “ahora es de noche” vale decir que aquella primera verdad ha quedado vacía. Ahora es de noche y eso es lo real y verdadero. Pero basta que de nuevo unas cuantas horas pasen para que la noche no sea otra cosa que algo que ya fue. De modo que es el ahora lo que permanece, siendo el objeto, el día y la noche, lo que desaparece.  También si digo aquí está la casa y en otro momento aquí está el árbol, puedo darme cuenta que el aquí no es árbol ni casa sino algo que se mantiene pese a la negación de aquellos objetos. El aquí y el ahora son universales y lo que se supone que es lo particular o lo singular está en realidad expresado como algo universal. Cuando digo esta casa digo en realidad todas las casas, si digo un sujeto digo todos los sujetos. Es este un asunto o un tipo particular de reflexión que es extraño al modo usual de hablar en el diario vivir pero que se pone en juego en cuanto se pone en consideración qué es el ser, qué es aquello que está a la base, como fundamento, del mundo de la conciencia. 


Distintos pensadores han puesto de manifiesto las contradicciones y la oposición de perspectivas elaboradas por la “misma naturaleza de la razón”. Sin que el sujeto lo quiera, en todo momento el pensamiento ha de querer salir de la monotonía y el aburrimiento de la existencia, la cual es generada en gran medida cuando el mundo siempre habla de lo mismo, cuando la unidad es perpetua y continua, cuando no existe una seria escisión o desgarramiento que confronte la conciencia del individuo. En la Fenomenología del espíritu, libro en el que se investiga el proceso evolutivo del pensamiento, resalta Hegel el continuo movimiento de la conciencia en la cual se hace necesario continuar, reiteradamente con la negación o la destrucción de las ideas fijas y establecidas. No puede existir la conquista o la apropiación de la verdad o la realidad, si la conciencia se aferra obstinadamente a verdades o saberes validados por la tradición o la autoridad. Si se deja la reflexión propia del sujeto, la pérdida de sí mismo en el largo camino de la duda, la desesperación y el escepticismo, no logrará el sujeto comprender su propia naturaleza. 


Podría decirse que las conversaciones o los saberes académicos en los que la filosofía no es un elemento interpretativo, destacan por su monotonía y tedio. El pensamiento no se contenta con un saber aparente y superficial. Advierte que quizá tras esto, se encuentra la explicación de lo que allí pasa, del fenómeno o el tipo de interpretación que se pone en juego. Heidegger no sólo destaca la posibilidad de la reflexión cuando las cosas o los pensamientos fallan o no cumplen la función que naturalmente realizan, también considera necesario generar la posibilidad de pensar de otro modo, si se quiere de modo creativo, lo que ya ha sido objeto de reflexión filosófica. Sin importar si el problema filosófico puesto por nosotros está bien planteado o no, de lo que se trata es de arriesgar el pensamiento por el camino de las contradicciones, de las oposiciones, de aquellos problemas que no se advierten a primera vista pero que podrían estimular al pensamiento a salir del mundo de lo dado, lo cosificado, lo muerto o lo carente de espíritu, como algún momento lo planteó el escritor de las cartas a los apóstoles: La letra mata, pero es el espíritu lo que da vida. 



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